Un breve acercamiento a la obra de tres escritores latinoamericanos que investigan el caso de “Jack El Destripador”, el misterioso asesino en serie más famoso del mundo.
Manuscritos desde el Infierno
Durante el otoño Londinense de 1888, un suburbio capitalino llamado White Chapel, fue remecido hasta sus cimientos por la terrorífica aparición de cinco cuerpos mutilados de damas activas en el oficio más antiguo del mundo y cuyo asesino, 120 años después, jamás fue atrapado por los agentes de Scotland Yard en ese entonces. El sujeto misterioso, hoy trastocado en leyenda, se inmortalizó así mismo, en su correspondencia sostenida con los diarios y la policía como “Jack El Destripador”. En la actualidad, a pesar de la distancia de continentes y las barreras del idioma, tres autores de nuestra América emprenden sendas investigaciones acerca de este criminal maníaco, de forma peculiar en diversos géneros (novela, indagación histórica y poesía), teniendo a la vista el objetivo de aportar más pruebas al caso, pero sobre todo, contribuir a que el misterio persista en cuanto a la identidad del siniestro “Fantasma de la Muerte”.
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Día Viernes, Noviembre 9 de 1888, Ciudad de Londres, East-End- distrito White Chapel, Dorset Street, Edificios de viviendas de Miller’s Court, habitación Nº 13, aproximadamente a las 10 y 45 de la mañana. Tras diversos golpes sin respuesta en la puerta del pequeño departamento; la imprudente curiosidad del arrendador John McCarthy lo movió a acercarse a la ventana próxima para tentar con la vista, a través del agujero de vidrio roto con la cortina levantada apenas, a la supuestamente reacia deudora, la cual, según su percepción no contestaba al llamado para no pagar el alquiler. El hombre, pocos minutos antes había mandado a Thomas Bowyer, un dependiente para cobrar el dinero, pero no fue recibido. Ya tenía experiencia con relación a otros vecinos; los inquilinos, a menudo, se escondían en algún lugar del cuarto y no salían en todo el día para evitar enfrentarse a su acreedor. La mujer que habitaba el departamento se llamaba Mary Jane Kelly, conocida indistintamente por otros apelativos: Marie Jeannette Kelly, Mary Ann Kelly o Ginger, una joven de aproximadamente 25 años de edad, irlandesa, bastante bonita y pulcra en su vestir a pesar de trabajar como meretriz; era de esperarse que con semejantes atractivos no tendría problemas en hallar clientes y tener asegurada su cama.
La noche anterior, se la vio regresando del pub Britannia, muy alegre, según parece en estado de ebriedad a raíz de varias copas de ginebra. Casi en la madrugada, la dulce mujercita, en el interior de su cuarto e iluminadas sus mustias paredes con el resplandor de una lámpara de combustible, empezó a cantar melancólica, una tonadilla de moda en ese tiempo: A Violet from Mother's Grave, mientras alisaba su larga y pelirroja cabellera. Desceñida pronto del atuendo nocturno, cubierta sólo con camisa de dormir y sus encajes seductores, probablemente se disponía a descansar, salvo que estuviera acompañada de algún parroquiano casual.
Nadie lo sabía, ni siquiera el arrendador, atento a cualquier ruido hecho por la bella Mary Jean desde su estancia.
Pronto amanece y la vida restablecería su cause tradicional.
Mc Carthy al irrumpir en la intimidad del lugar pensó: “Esta golfa no me tomará el pelo…sea cual fuere su excusa”, sin embargo cuando sus ojos pudieron acostumbrarse a las penumbras del ambiente interno, levantando con mesura la cortinilla obstruida en el agujero de ventana rota, se espantó con la sangrienta escena allí representada.
La joven Mary, estaba tendida en el lecho, mutilada por completo, casi desollada y con diversas partes del cuerpo regadas tanto en las sábanas como en la mesa de noche. Un cuadro de tal magnitud indujo al arrendador a salir corriendo de allí, desesperado, para notificar enseguida a la policía local.
Es sorprendente la cantidad de libros, artículos, películas, documentales de televisión, obras de teatro, etc, realizados en torno al misterioso asesino “Jack El Destripador” desde aquel 9 de Noviembre de 1888 cuando masacró a su postrer víctima.
Solo le bastaron al Destripador asesinar a cinco mujeres en el transcurso de 8 semanas: Mary Ann Nichols (31 de Agosto), Annie Chapman (8 de Septiembre), Elizabeth Stride y Catherine Eddowes (30 de Septiembre) y Mary Jean Kelly (9 de Noviembre), en analogía a la postura de la mayoría de estudiosos, para entrar a formar parte de los registros criminales más espeluznantes de todos los tiempos.
Pero los archivos de Scotland Yard, el departamento de la policía metropolitana londinense de investigaciones, acumula en sus archivos los expedientes de al menos 11 asesinatos atribuidos al Destripador que se extienden incluso hasta 1891. No fue muy prolífico, pero sí audaz; y aparte bastante original en su actuación delictiva; sentó un precedente en cuanto a los crímenes de naturaleza sexual, sobre los cuales Scotland Yard no tenía experiencia pericial legítima
Obviamente todo un fenómeno socio-cultural patentizado en el mundo anglosajón, como para exaltar apropiadamente la figura siniestra de “Jack the Ripper”; esa inescrutable identidad sedienta de sangre y de niebla presta a dar el primer paso frente a la mujer callejera, ofrecerle un largo paseo en berlina mas una copa de vino, y tras esa promesa astuta, entregarla a la muerte empuñando un cuchillo, bajo la deleznable luz de un farol de hierro y la soledad pétrea en los adoquines de White Chapel.
Consecuente al estreno global de la película más reciente que aborda el asunto del Destripador “From Hell” (Desde el Infierno), con las impecables participaciones de Johnny Deep (Detective Frederick Abberline) , Ian Holm (Sir William Gull-Jack The Ripper) y Heather Graham (Mary Jane Kelly) en Enero de 2002; es cuando ocurre curiosamente este “boom” Ripperiano en la América de habla hispana, y el primero en lanzar el bisturí es Arquímedes González Torres desde Managua (Nicaragua) con un libro, su primera novela, cuyo título es en suma atractivo y hermético: “La Muerte de Acuario”.
Arquímedes, joven periodista de larga trayectoria narrativa en diarios de su país de origen, ha sido galardonado con el Premio Rogelio Sinán de Panamá por su colección de relatos “Conduciendo a la salvaje Mercedes”; también ha publicado en 2007 su segunda novela “Qué sola estás Maité”. Se apresta a impresionar al público madrileño el 30 de Enero de 2009 con la presentación oficial de “La Muerte de Acuario”. Tal evento representa una significativa oportunidad de atrapar la atención occidental con el resplandor misterioso de Jack el Destripador transitando en Centroamérica, oculto bajo la piel del fatídico Francis Tumblety.
Sabiamente ha arrojado el inextinguible fuego griego, dándole honor a su inmortal tocayo de Siracusa, encima de los anaqueles literarios de la narrativa nicaragüense actual donde observa un deplorable estado de “regionalismo autista” en el repertorio argumentativo, carencia de imaginación y una bibliografía histórica por demás contradictoria en cuanto a fechas y fuentes, que le valieron dificultades obvias en la redacción de su trabajo desde 1994.
En “La Muerte de Acuario”, ha reunido diferentes personajes de existencia cierta y ficticia para narrar las andanzas de Jack El Destripador por las calles de Managua a principios de 1889.
La feliz creación literaria de Sir Arthur Conan Doyle o sea el archiconocido sagaz detective Sherlock Holmes, príncipe del método deductivo; al lado de su inseparable camarada el Doctor Watson, son tomados en préstamo por Arquímedes González Torres con el objeto de cruzar el atlántico y dar caza al asesino de Mary Jean Kelly. Francis Tumblety, un pseudo-médico irlandés, miembro real en la galería de sospechosos para ser considerados como el Destripador, es el que pone en vilo las capacidades de Holmes y Watson para atraparlo. Seis mujeres son masacradas sin piedad entre Enero y Febrero de 1889, apareciendo sus cadáveres mutilados en las nocturnas calles de Managua; se desconoce al asesino pero el “Modus operandi” es similar al practicado en las ripperizadas prostitutas de White Chapel del año anterior. En armonía con las evidencias plenamente históricas, Tumblety estuvo merodeando por los alrededores en Miller’s Court al consumarse el asesinato de Kelly. La policía lo supo, procedieron a atraparlo, pero al poco tiempo fuga a Nueva York a bordo de un barco. Walter Andrews en compañía de otros agentes de Scotland Yard fueron tras sus pasos, pero el destino se confabuló con el demonio y Tumblety se escabulle nuevamente de la policía escapando a Puerto San Juan de Managua (Nicaragua).
Luego de la trunca búsqueda, los efectivos se rinden, propiciándose ahora las indagaciones de Holmes con su camarada Watson.
Se pone en relieve una técnica novísima aplicada en la contemporánea novela histórica: la transposición e intertextualidad de personajes y tramas ficticios desarrollados en algunos episodios de la historia y personalidades tradicionales de Nicaragua .
Ambos personajes entran a tallar en un territorio silvestre, exuberante, que se civiliza potencialmente, diferente a la majestuosa Inglaterra Victoriana, por estar inmerso en la edificación de su identidad nacional; políticamente dominado por el conservador y transitorio gobierno del ex presidente Evaristo Carazo (1887-1889), quien es tratado con especial rigor en la novela, con todos sus conflictos externos, dramas personales, situaciones sociales, etc lo que rinde eficacia a la singular persecución contra el Destripador. Es la época de “Azul” de Rubén Darío, el libro símbolo de la corriente Modernista y la inauguración de la Torre Eiffel en la Exposición Universal de París. No obstante, Rubén Darío, “El Cisne”, aparece de manera fugaz, en un casual encuentro de taberna con Sherlock Holmes, permaneciendo éste, atónito por las características físicas de su bóveda craneal, lo cual revelaba una gran inteligencia, mancillada a la vez por su particular tara alcohólica visible ya desde la juventud. La historia culmina con la penosa muerte de Francis Tumblety “El Destripador” enfermo de sífilis en una hacienda cafetalera durante el año 1903.
El principal mérito de Arquímedes González Torres es haberse adelantado en presentar la evidencia que respalda la conjetural actuación del Destripador en Managua. Porque en 2005, un oficial británico jubilado de la policía llamado Trevor Marriott, sacaba a la publicidad un libro titulado “Jack El Destripador: Investigación del siglo XXI” donde sostiene que el Destripador era en realidad un marinero y no alguien experto en cirugía, como establece el resto de teorías. Detrás del rústico sujeto estaría oculto Tumblety, cuya profesión era la medicina ejercida de manera empírica, o sea en calidad de “matasanos”.Marriott también ofrece pruebas sobre el arribo del Destripador al puerto de San Juan en Managua bajo el nombre falso de Michael Mc Namara asimismo presenta un ejemplar de “The London Times” que recoge la noticia de seis mujeres asesinadas como en un ritual de caníbales en la capital, corriendo los primeros meses de 1889, idénticamente a las ejecutadas en White Chapel.
(2002) (2008) (2009)
Lo lamentable es la carencia de diarios como a la par diversas fuentes que registren los mencionados crímenes, por causa de la destrucción casi total de la memoria periodística como de la bibliográfica almacenada en la Biblioteca Nacional de Managua cuando se produjo el terremoto del 31 de Marzo de 1931.Arquímedes González Torres ha logrado encontrar para su trabajo un ejemplar de “La Flecha” de 1889 donde se describe uno solo de los asesinatos atribuidos a Francis Tumblety “El Destripador”.
El segundo en lanzar el bisturí, es el uruguayo Gabriel Antonio Pombo, destacado abogado y escritor residente en Montevideo con dos libros impactantes ambos editados en 2008: “El Monstruo de Londres.La Leyenda de Jack el Destripador” y “Jack el Destripador. La Leyenda Continúa”. Gabriel ha forjado, a costa de una exhaustiva investigación documentaria conjuntamente a reflexiones de naturaleza psico-criminalista, un ambicioso estudio total e insuperable acerca del sangriento “Fantasma de la Muerte”, que marca un hito en el análisis formal de los crímenes de índole sexual, en este aspecto con el paradigmático ejemplo del Destripador.
Dilucida varios episodios confusos, colocando las pruebas respectivas (testimonios periodísticos de la época, evidencia reciente, bibliografía, desciframiento de claves, etc) llevando al lector por un camino de luz mas no de sombras. Analiza cada detalle en cuanto a la vida de los sospechosos y las teorías pre-establecidas por anteriores Ripperólogos del ámbito anglosajón. Desvirtúa, por ejemplo, presunciones como la de Stephen King y su “Teoría de la Conspiración” que señala la participación indirecta de la Reina Victoria, a través de su médico personal Sir William Gull y los masones, en la perpetración de los crímenes del East-End.
Gabriel Pombo echa también por tierra la culpabilidad reivindicada por décadas para determinados sospechosos populares, entre ellos, Montague Joseph Druitt, abogado demente que se suicidó arrojándose al río Támesis; Thomas Neil Cream, médico abortista y envenenador condenado a la horca en 1892; James Kenneth Stephen, primo de la novelista Virginia Wolf y maestro del Príncipe Albert Duque de Clarence, heredero al trono de Inglaterra, y enfermo de sífilis en la época de Jack The Ripper.
Al unísono considera, en reciprocidad con las evidencias, nula o errada la participación del célebre visionario Robert James Lees en la persecución de Jack el Destripador. Una película de Euston Films - England, dirigida por David Wickes, protagonizada por Michael Caine (Detective Frederick Abberline), Jane Seymour (Miss Emma Prentiss), Lysette Anthony (Mary Jane Kelly), y otros; estrenada en 1988, año del centenario, colocaba a Robert James Lees (representado por Ken Bones) en un lugar preferencial; por poco la mano derecha de Scotland Yard en la búsqueda y captura del Destripador. Una rama tradicional Ripperiana, derivando por muy precarios estudios, establece que su apoyo prestado a la policía fue de importancia decisiva para reconocer el perfil del asesino y dar incluso con su paradero durante una sesión de trance hipnótico.
Para Gabriel todo lo anterior es fraudulento, el señor Lees jamás intervino directamente en el caso. Ofreció libremente su cooperación, sin embargo los agentes no lo tomaron en cuenta, y si lo hicieron fue en grado mínimo sin aportar nada trascendental a los expedientes del caso en cuestión.
“El Monstruo de Londres. La Leyenda de Jack el Destripador” se divide en 8 capítulos que van individualizando las diferentes piezas concurrentes en los asesinatos de 1888: personas y caracteres de las víctimas, agentes de policía que manejaron personalmente el caso, actividad de la prensa londinense cuya influencia sirvió de acicate para impulsar la leyenda del Destripador; de igual forma las teorías relativas para identificar al asesino, predominio del ejercer ripperiano en delincuentes del siglo XX y XXI, etc.
“Jack el Destripador. La Leyenda Continúa” el siguiente tomo, también dividido en 8 capítulos, complementa al anterior presentando información ampliada sobre las víctimas y sospechosos, pero los más atrayentes son los capítulos referidos a “El asesino satánico”, “El asesino enamorado”, “El asesino inexistente” mas un análisis de la “Teoría Lunar”. En el primero se baraja la posibilidad que el asesino estuviera rodeado de fuerzas extrañas y sobrenaturales, las cuales servíanle en los escapes impunes de las indagaciones policiales; en el siguiente se especula la intervención, en la horrible muerte de Mary Kelly de algún antiguo amante o cliente obsesionado con ella por alguna razón. Para el capítulo de “El asesino inexistente”, Pombo expone acertadamente la hipótesis de las muertes aisladas en White Chapel, donde las víctimas canónicas fueron ejecutadas por “Copycats” o simples delincuentes imitadores, nunca por un solo hombre. Para la “Teoría Lunar” expuesta originalmente por el Dr. Lyttleton Forbes Winslow (1844-1913), experto en el estudio de enfermedades mentales, fundador de The British Hospital for mental disorders of London; Pombo narra las peripecias psiquiátricas emprendidas por este médico para explicar los hechos deplorables del Destripador, sosteniendo que sus impulsos sanguinarios respondían al extraño influjo del satélite lunar durante las fases de plenilunio.
La entusiasta atracción sobre el caso y sus misterios hace de la lectura en estos libros un ameno e interesante recorrido que no fatiga absolutamente. Es mas, Gabriel Pombo tiene las dotes literarias necesarias para ahondar en el caso alternativamente, si se lo propone, en la veta ficticia.
Veremos más adelante cómo le va a este “Gabo” de la literatura ripperológica, del cual obviamente anhelamos espléndidas sorpresas.
El tercero y último en lanzar el bisturí, es el peruano Wilson Vera-Recoba, estudiante de derecho, apertrechado bajo el seudónimo Wilson Valdelomar con su obra aún inédita “El Libro de Jack el Destripador”. Escrita en el trayecto de 2001 a 2006, cuenta ya con la presentación del reconocido escritor y crítico literario César Toro Montalvo mas un prólogo de Andrés Díaz Núñez, el autor de la novela “Rastros Sangrantes” uno de los mejores ejemplos de la narrativa regionalista lambayecana. El libro viene a ser la traducción al castellano de un supuesto manuscrito redactado por Jack El Destripador, cuyo texto salió publicado por entregas en el diario “El País” de Lambayeque a fines de Agosto de 1967. Los responsables de este hallazgo fueron el historiador Augusto Castillo Muro-Sime junto con el poeta Max Dextre. En la Nota Preliminar, debida a la pluma de Castillo antecediendo los textos escritos por el Destripador, se narra el curioso episodio del descubrimiento del manuscrito en el interior de un baúl oculto en una casa abandonada de la pequeña ciudad de Lambayeque. El baúl contenía aparte, diversidad de libros pertenecientes a un caballero alemán de nombre Wilhelm Schäfer quien abandonó los objetos cuando las lluvias del verano de 1925.
El “Manuscrito Schäfer” denominado así por Castillo, recorrió las manos tanto del inspector Frederick Abberline, Joel Hausmann y a posteriori Wilhelm Schäfer. Se trata de un diario poético compuesto por el asesino entre el 25 de Agosto y el 9 de Noviembre de 1888, ordenado en 20 composiciones: varios sonetos “Isabelinos” y otras formas libres. Los textos desentrañan las reflexiones del Destripador, considerado así mismo un privilegiado detentador de fuerzas sobrenaturales, las cuales lo ayudan a trascender en el tiempo prolongando renovados ciclos de asesinatos. Las evidencias reales y ficticias contenidas en este libro, sacan a relucir la devoción hacia el Orfismo en Jack El Destripador con la suprema capacidad que antiguos rituales de origen indoeuropeo le otorgan para resucitar continuamente. En fin, una obra que está planeada en trilogía con los subsiguientes títulos: “Diosa de la Muerte” y “Memorial de Wilhelm Schäfer”, que aguardamos puedan salir luego que el autor cumpla con su caro anhelo de publicar la primera parte “El Libro de Jack El Destripador”.
Por lo pronto, con estos muchachos y sus obras semejantes a espadas flamígeras, no tenemos nada que envidiarles a los de Inglaterra o Estados Unidos en cuanto a perseguir con vuelo rapaz al Destripador, ya no en las grises y luctuosas calles de Londres, sino a través de la literatura.
16-23 de Enero de 2009.
Manuscritos desde el Infierno
Durante el otoño Londinense de 1888, un suburbio capitalino llamado White Chapel, fue remecido hasta sus cimientos por la terrorífica aparición de cinco cuerpos mutilados de damas activas en el oficio más antiguo del mundo y cuyo asesino, 120 años después, jamás fue atrapado por los agentes de Scotland Yard en ese entonces. El sujeto misterioso, hoy trastocado en leyenda, se inmortalizó así mismo, en su correspondencia sostenida con los diarios y la policía como “Jack El Destripador”. En la actualidad, a pesar de la distancia de continentes y las barreras del idioma, tres autores de nuestra América emprenden sendas investigaciones acerca de este criminal maníaco, de forma peculiar en diversos géneros (novela, indagación histórica y poesía), teniendo a la vista el objetivo de aportar más pruebas al caso, pero sobre todo, contribuir a que el misterio persista en cuanto a la identidad del siniestro “Fantasma de la Muerte”.
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Día Viernes, Noviembre 9 de 1888, Ciudad de Londres, East-End- distrito White Chapel, Dorset Street, Edificios de viviendas de Miller’s Court, habitación Nº 13, aproximadamente a las 10 y 45 de la mañana. Tras diversos golpes sin respuesta en la puerta del pequeño departamento; la imprudente curiosidad del arrendador John McCarthy lo movió a acercarse a la ventana próxima para tentar con la vista, a través del agujero de vidrio roto con la cortina levantada apenas, a la supuestamente reacia deudora, la cual, según su percepción no contestaba al llamado para no pagar el alquiler. El hombre, pocos minutos antes había mandado a Thomas Bowyer, un dependiente para cobrar el dinero, pero no fue recibido. Ya tenía experiencia con relación a otros vecinos; los inquilinos, a menudo, se escondían en algún lugar del cuarto y no salían en todo el día para evitar enfrentarse a su acreedor. La mujer que habitaba el departamento se llamaba Mary Jane Kelly, conocida indistintamente por otros apelativos: Marie Jeannette Kelly, Mary Ann Kelly o Ginger, una joven de aproximadamente 25 años de edad, irlandesa, bastante bonita y pulcra en su vestir a pesar de trabajar como meretriz; era de esperarse que con semejantes atractivos no tendría problemas en hallar clientes y tener asegurada su cama.
La noche anterior, se la vio regresando del pub Britannia, muy alegre, según parece en estado de ebriedad a raíz de varias copas de ginebra. Casi en la madrugada, la dulce mujercita, en el interior de su cuarto e iluminadas sus mustias paredes con el resplandor de una lámpara de combustible, empezó a cantar melancólica, una tonadilla de moda en ese tiempo: A Violet from Mother's Grave, mientras alisaba su larga y pelirroja cabellera. Desceñida pronto del atuendo nocturno, cubierta sólo con camisa de dormir y sus encajes seductores, probablemente se disponía a descansar, salvo que estuviera acompañada de algún parroquiano casual.
Nadie lo sabía, ni siquiera el arrendador, atento a cualquier ruido hecho por la bella Mary Jean desde su estancia.
Pronto amanece y la vida restablecería su cause tradicional.
Mc Carthy al irrumpir en la intimidad del lugar pensó: “Esta golfa no me tomará el pelo…sea cual fuere su excusa”, sin embargo cuando sus ojos pudieron acostumbrarse a las penumbras del ambiente interno, levantando con mesura la cortinilla obstruida en el agujero de ventana rota, se espantó con la sangrienta escena allí representada.
La joven Mary, estaba tendida en el lecho, mutilada por completo, casi desollada y con diversas partes del cuerpo regadas tanto en las sábanas como en la mesa de noche. Un cuadro de tal magnitud indujo al arrendador a salir corriendo de allí, desesperado, para notificar enseguida a la policía local.
Es sorprendente la cantidad de libros, artículos, películas, documentales de televisión, obras de teatro, etc, realizados en torno al misterioso asesino “Jack El Destripador” desde aquel 9 de Noviembre de 1888 cuando masacró a su postrer víctima.
Solo le bastaron al Destripador asesinar a cinco mujeres en el transcurso de 8 semanas: Mary Ann Nichols (31 de Agosto), Annie Chapman (8 de Septiembre), Elizabeth Stride y Catherine Eddowes (30 de Septiembre) y Mary Jean Kelly (9 de Noviembre), en analogía a la postura de la mayoría de estudiosos, para entrar a formar parte de los registros criminales más espeluznantes de todos los tiempos.
Pero los archivos de Scotland Yard, el departamento de la policía metropolitana londinense de investigaciones, acumula en sus archivos los expedientes de al menos 11 asesinatos atribuidos al Destripador que se extienden incluso hasta 1891. No fue muy prolífico, pero sí audaz; y aparte bastante original en su actuación delictiva; sentó un precedente en cuanto a los crímenes de naturaleza sexual, sobre los cuales Scotland Yard no tenía experiencia pericial legítima
Obviamente todo un fenómeno socio-cultural patentizado en el mundo anglosajón, como para exaltar apropiadamente la figura siniestra de “Jack the Ripper”; esa inescrutable identidad sedienta de sangre y de niebla presta a dar el primer paso frente a la mujer callejera, ofrecerle un largo paseo en berlina mas una copa de vino, y tras esa promesa astuta, entregarla a la muerte empuñando un cuchillo, bajo la deleznable luz de un farol de hierro y la soledad pétrea en los adoquines de White Chapel.
Consecuente al estreno global de la película más reciente que aborda el asunto del Destripador “From Hell” (Desde el Infierno), con las impecables participaciones de Johnny Deep (Detective Frederick Abberline) , Ian Holm (Sir William Gull-Jack The Ripper) y Heather Graham (Mary Jane Kelly) en Enero de 2002; es cuando ocurre curiosamente este “boom” Ripperiano en la América de habla hispana, y el primero en lanzar el bisturí es Arquímedes González Torres desde Managua (Nicaragua) con un libro, su primera novela, cuyo título es en suma atractivo y hermético: “La Muerte de Acuario”.
Arquímedes, joven periodista de larga trayectoria narrativa en diarios de su país de origen, ha sido galardonado con el Premio Rogelio Sinán de Panamá por su colección de relatos “Conduciendo a la salvaje Mercedes”; también ha publicado en 2007 su segunda novela “Qué sola estás Maité”. Se apresta a impresionar al público madrileño el 30 de Enero de 2009 con la presentación oficial de “La Muerte de Acuario”. Tal evento representa una significativa oportunidad de atrapar la atención occidental con el resplandor misterioso de Jack el Destripador transitando en Centroamérica, oculto bajo la piel del fatídico Francis Tumblety.
Sabiamente ha arrojado el inextinguible fuego griego, dándole honor a su inmortal tocayo de Siracusa, encima de los anaqueles literarios de la narrativa nicaragüense actual donde observa un deplorable estado de “regionalismo autista” en el repertorio argumentativo, carencia de imaginación y una bibliografía histórica por demás contradictoria en cuanto a fechas y fuentes, que le valieron dificultades obvias en la redacción de su trabajo desde 1994.
En “La Muerte de Acuario”, ha reunido diferentes personajes de existencia cierta y ficticia para narrar las andanzas de Jack El Destripador por las calles de Managua a principios de 1889.
La feliz creación literaria de Sir Arthur Conan Doyle o sea el archiconocido sagaz detective Sherlock Holmes, príncipe del método deductivo; al lado de su inseparable camarada el Doctor Watson, son tomados en préstamo por Arquímedes González Torres con el objeto de cruzar el atlántico y dar caza al asesino de Mary Jean Kelly. Francis Tumblety, un pseudo-médico irlandés, miembro real en la galería de sospechosos para ser considerados como el Destripador, es el que pone en vilo las capacidades de Holmes y Watson para atraparlo. Seis mujeres son masacradas sin piedad entre Enero y Febrero de 1889, apareciendo sus cadáveres mutilados en las nocturnas calles de Managua; se desconoce al asesino pero el “Modus operandi” es similar al practicado en las ripperizadas prostitutas de White Chapel del año anterior. En armonía con las evidencias plenamente históricas, Tumblety estuvo merodeando por los alrededores en Miller’s Court al consumarse el asesinato de Kelly. La policía lo supo, procedieron a atraparlo, pero al poco tiempo fuga a Nueva York a bordo de un barco. Walter Andrews en compañía de otros agentes de Scotland Yard fueron tras sus pasos, pero el destino se confabuló con el demonio y Tumblety se escabulle nuevamente de la policía escapando a Puerto San Juan de Managua (Nicaragua).
Luego de la trunca búsqueda, los efectivos se rinden, propiciándose ahora las indagaciones de Holmes con su camarada Watson.
Se pone en relieve una técnica novísima aplicada en la contemporánea novela histórica: la transposición e intertextualidad de personajes y tramas ficticios desarrollados en algunos episodios de la historia y personalidades tradicionales de Nicaragua .
Ambos personajes entran a tallar en un territorio silvestre, exuberante, que se civiliza potencialmente, diferente a la majestuosa Inglaterra Victoriana, por estar inmerso en la edificación de su identidad nacional; políticamente dominado por el conservador y transitorio gobierno del ex presidente Evaristo Carazo (1887-1889), quien es tratado con especial rigor en la novela, con todos sus conflictos externos, dramas personales, situaciones sociales, etc lo que rinde eficacia a la singular persecución contra el Destripador. Es la época de “Azul” de Rubén Darío, el libro símbolo de la corriente Modernista y la inauguración de la Torre Eiffel en la Exposición Universal de París. No obstante, Rubén Darío, “El Cisne”, aparece de manera fugaz, en un casual encuentro de taberna con Sherlock Holmes, permaneciendo éste, atónito por las características físicas de su bóveda craneal, lo cual revelaba una gran inteligencia, mancillada a la vez por su particular tara alcohólica visible ya desde la juventud. La historia culmina con la penosa muerte de Francis Tumblety “El Destripador” enfermo de sífilis en una hacienda cafetalera durante el año 1903.
El principal mérito de Arquímedes González Torres es haberse adelantado en presentar la evidencia que respalda la conjetural actuación del Destripador en Managua. Porque en 2005, un oficial británico jubilado de la policía llamado Trevor Marriott, sacaba a la publicidad un libro titulado “Jack El Destripador: Investigación del siglo XXI” donde sostiene que el Destripador era en realidad un marinero y no alguien experto en cirugía, como establece el resto de teorías. Detrás del rústico sujeto estaría oculto Tumblety, cuya profesión era la medicina ejercida de manera empírica, o sea en calidad de “matasanos”.Marriott también ofrece pruebas sobre el arribo del Destripador al puerto de San Juan en Managua bajo el nombre falso de Michael Mc Namara asimismo presenta un ejemplar de “The London Times” que recoge la noticia de seis mujeres asesinadas como en un ritual de caníbales en la capital, corriendo los primeros meses de 1889, idénticamente a las ejecutadas en White Chapel.
(2002) (2008) (2009)
Lo lamentable es la carencia de diarios como a la par diversas fuentes que registren los mencionados crímenes, por causa de la destrucción casi total de la memoria periodística como de la bibliográfica almacenada en la Biblioteca Nacional de Managua cuando se produjo el terremoto del 31 de Marzo de 1931.Arquímedes González Torres ha logrado encontrar para su trabajo un ejemplar de “La Flecha” de 1889 donde se describe uno solo de los asesinatos atribuidos a Francis Tumblety “El Destripador”.
El segundo en lanzar el bisturí, es el uruguayo Gabriel Antonio Pombo, destacado abogado y escritor residente en Montevideo con dos libros impactantes ambos editados en 2008: “El Monstruo de Londres.La Leyenda de Jack el Destripador” y “Jack el Destripador. La Leyenda Continúa”. Gabriel ha forjado, a costa de una exhaustiva investigación documentaria conjuntamente a reflexiones de naturaleza psico-criminalista, un ambicioso estudio total e insuperable acerca del sangriento “Fantasma de la Muerte”, que marca un hito en el análisis formal de los crímenes de índole sexual, en este aspecto con el paradigmático ejemplo del Destripador.
Dilucida varios episodios confusos, colocando las pruebas respectivas (testimonios periodísticos de la época, evidencia reciente, bibliografía, desciframiento de claves, etc) llevando al lector por un camino de luz mas no de sombras. Analiza cada detalle en cuanto a la vida de los sospechosos y las teorías pre-establecidas por anteriores Ripperólogos del ámbito anglosajón. Desvirtúa, por ejemplo, presunciones como la de Stephen King y su “Teoría de la Conspiración” que señala la participación indirecta de la Reina Victoria, a través de su médico personal Sir William Gull y los masones, en la perpetración de los crímenes del East-End.
Gabriel Pombo echa también por tierra la culpabilidad reivindicada por décadas para determinados sospechosos populares, entre ellos, Montague Joseph Druitt, abogado demente que se suicidó arrojándose al río Támesis; Thomas Neil Cream, médico abortista y envenenador condenado a la horca en 1892; James Kenneth Stephen, primo de la novelista Virginia Wolf y maestro del Príncipe Albert Duque de Clarence, heredero al trono de Inglaterra, y enfermo de sífilis en la época de Jack The Ripper.
Al unísono considera, en reciprocidad con las evidencias, nula o errada la participación del célebre visionario Robert James Lees en la persecución de Jack el Destripador. Una película de Euston Films - England, dirigida por David Wickes, protagonizada por Michael Caine (Detective Frederick Abberline), Jane Seymour (Miss Emma Prentiss), Lysette Anthony (Mary Jane Kelly), y otros; estrenada en 1988, año del centenario, colocaba a Robert James Lees (representado por Ken Bones) en un lugar preferencial; por poco la mano derecha de Scotland Yard en la búsqueda y captura del Destripador. Una rama tradicional Ripperiana, derivando por muy precarios estudios, establece que su apoyo prestado a la policía fue de importancia decisiva para reconocer el perfil del asesino y dar incluso con su paradero durante una sesión de trance hipnótico.
Para Gabriel todo lo anterior es fraudulento, el señor Lees jamás intervino directamente en el caso. Ofreció libremente su cooperación, sin embargo los agentes no lo tomaron en cuenta, y si lo hicieron fue en grado mínimo sin aportar nada trascendental a los expedientes del caso en cuestión.
“El Monstruo de Londres. La Leyenda de Jack el Destripador” se divide en 8 capítulos que van individualizando las diferentes piezas concurrentes en los asesinatos de 1888: personas y caracteres de las víctimas, agentes de policía que manejaron personalmente el caso, actividad de la prensa londinense cuya influencia sirvió de acicate para impulsar la leyenda del Destripador; de igual forma las teorías relativas para identificar al asesino, predominio del ejercer ripperiano en delincuentes del siglo XX y XXI, etc.
“Jack el Destripador. La Leyenda Continúa” el siguiente tomo, también dividido en 8 capítulos, complementa al anterior presentando información ampliada sobre las víctimas y sospechosos, pero los más atrayentes son los capítulos referidos a “El asesino satánico”, “El asesino enamorado”, “El asesino inexistente” mas un análisis de la “Teoría Lunar”. En el primero se baraja la posibilidad que el asesino estuviera rodeado de fuerzas extrañas y sobrenaturales, las cuales servíanle en los escapes impunes de las indagaciones policiales; en el siguiente se especula la intervención, en la horrible muerte de Mary Kelly de algún antiguo amante o cliente obsesionado con ella por alguna razón. Para el capítulo de “El asesino inexistente”, Pombo expone acertadamente la hipótesis de las muertes aisladas en White Chapel, donde las víctimas canónicas fueron ejecutadas por “Copycats” o simples delincuentes imitadores, nunca por un solo hombre. Para la “Teoría Lunar” expuesta originalmente por el Dr. Lyttleton Forbes Winslow (1844-1913), experto en el estudio de enfermedades mentales, fundador de The British Hospital for mental disorders of London; Pombo narra las peripecias psiquiátricas emprendidas por este médico para explicar los hechos deplorables del Destripador, sosteniendo que sus impulsos sanguinarios respondían al extraño influjo del satélite lunar durante las fases de plenilunio.
La entusiasta atracción sobre el caso y sus misterios hace de la lectura en estos libros un ameno e interesante recorrido que no fatiga absolutamente. Es mas, Gabriel Pombo tiene las dotes literarias necesarias para ahondar en el caso alternativamente, si se lo propone, en la veta ficticia.
Veremos más adelante cómo le va a este “Gabo” de la literatura ripperológica, del cual obviamente anhelamos espléndidas sorpresas.
El tercero y último en lanzar el bisturí, es el peruano Wilson Vera-Recoba, estudiante de derecho, apertrechado bajo el seudónimo Wilson Valdelomar con su obra aún inédita “El Libro de Jack el Destripador”. Escrita en el trayecto de 2001 a 2006, cuenta ya con la presentación del reconocido escritor y crítico literario César Toro Montalvo mas un prólogo de Andrés Díaz Núñez, el autor de la novela “Rastros Sangrantes” uno de los mejores ejemplos de la narrativa regionalista lambayecana. El libro viene a ser la traducción al castellano de un supuesto manuscrito redactado por Jack El Destripador, cuyo texto salió publicado por entregas en el diario “El País” de Lambayeque a fines de Agosto de 1967. Los responsables de este hallazgo fueron el historiador Augusto Castillo Muro-Sime junto con el poeta Max Dextre. En la Nota Preliminar, debida a la pluma de Castillo antecediendo los textos escritos por el Destripador, se narra el curioso episodio del descubrimiento del manuscrito en el interior de un baúl oculto en una casa abandonada de la pequeña ciudad de Lambayeque. El baúl contenía aparte, diversidad de libros pertenecientes a un caballero alemán de nombre Wilhelm Schäfer quien abandonó los objetos cuando las lluvias del verano de 1925.
El “Manuscrito Schäfer” denominado así por Castillo, recorrió las manos tanto del inspector Frederick Abberline, Joel Hausmann y a posteriori Wilhelm Schäfer. Se trata de un diario poético compuesto por el asesino entre el 25 de Agosto y el 9 de Noviembre de 1888, ordenado en 20 composiciones: varios sonetos “Isabelinos” y otras formas libres. Los textos desentrañan las reflexiones del Destripador, considerado así mismo un privilegiado detentador de fuerzas sobrenaturales, las cuales lo ayudan a trascender en el tiempo prolongando renovados ciclos de asesinatos. Las evidencias reales y ficticias contenidas en este libro, sacan a relucir la devoción hacia el Orfismo en Jack El Destripador con la suprema capacidad que antiguos rituales de origen indoeuropeo le otorgan para resucitar continuamente. En fin, una obra que está planeada en trilogía con los subsiguientes títulos: “Diosa de la Muerte” y “Memorial de Wilhelm Schäfer”, que aguardamos puedan salir luego que el autor cumpla con su caro anhelo de publicar la primera parte “El Libro de Jack El Destripador”.
Por lo pronto, con estos muchachos y sus obras semejantes a espadas flamígeras, no tenemos nada que envidiarles a los de Inglaterra o Estados Unidos en cuanto a perseguir con vuelo rapaz al Destripador, ya no en las grises y luctuosas calles de Londres, sino a través de la literatura.
16-23 de Enero de 2009.