Introducción – El olor a sangre.
En estas primeras páginas, Tom Cullen hace una ligera ambientación de lo que era Londres en 1888. Nombrando por ejemplo, como próximamente Guillermo II nieto de la reina Victoria ascendía al trono en Alemania o como en Whitechapel llegaban inmigrantes rusos, polacos, y alemanes.
Pocas líneas después, insinúa el miedo de los londinenses, los cuales no salían de casa después de anochecer, a no ser que acudiesen al Liceo, donde Richard Mansfield inauguraba en agosto su obra “El doctor Jekyll y Mr. Hyde”
Tom Cullen afirma en su libro, que se cometieron cinco asesinatos en un periodo de diez semanas, desde el 31 de agosto al 9 de Noviembre de 1888, teniendo lugar en una zona que abarca cuatrocientos metros cuadrados. Todas las víctimas habían sido, aparentemente, atacadas por la espalda y tenían las gargantas seccionadas. Excepto en un caso, se intentó mutilar los cuerpos, aunque no había evidencia de violencia sexual. En dos de los asesinatos, fueron quitados de las víctimas diversos órganos. Los asesinatos se caracterizan por un creciente salvajismo, hasta llegar al doble evento del 30 de septiembre, y culminando con una orgía de sangre en el asesinato de Mary Kelly el 9 de Noviembre, tras eso, los crímenes se habían detenido con la misma brusquedad con la que empezaron. Otra característica es que ocurrieron en plena calle, en oscuros callejones del East End. La última similitud, puede ser que los asesinatos es que tuvieron lugar en el primer fin de semana del mes, o en el último, desde la medianoche a las cinco de la madrugada, lo cual hizo sugerir al doctor L. Forbes Winslow la teoría lunar, ya que según él, lo crímenes se cometieron cuando había salido la Luna o cuando había entrado en su último cuarto.
También es sorprendente la gran semejanza entre las cinco
mujeres ya que tenían algunos hechos comunes en su vida, como por ejemplo que todas habían estado alguna vez casadas, y eran viudas o estaban separadas del marido, con niños abandonados en granjas de parientes acomodados o en orfanatos. En el momento del crimen, una de las víctimas estaba en estado de gestación.
Todas eran alcohólicas empedernidas, y al menos, padecían la enfermedad de Bright. Dormían en albergues de cuatro peniques en la cama de
Spitalfields, si no, dormían en los parques o las escalinatas de la iglesia de Cristo en el mismo barrio.
Más adelante, el autor expone a los primeros sospechosos de ser Jack.
Algunos han proclamado que los asesinatos de Jack fueron cometidos por homicidas convictos y ejecutados por otros crímenes, particularmente el doctor Thomas Neil Cream, el envenenador, que afirmó una vez en el cadalso “Yo soy Jack el…” el fallo de esta teoría es que Cream estaba cumpliendo una condena en una penitenciaría de Estados Unidos en la época de los crímenes de Whitechapel)
Otra teoría, es la del “asesino invisible”, por ejemplo un policía sería un ser invisible, ya que su presencia cerca o en lugar del crimen resultaría tan obvia que eliminaría total sospecha. Así nació “Jack el Poli”.
También un cura o pastor protestante serían invisibles.
Conan Doyle están entre los que dicen que Jack era mujer, y si no, se disfrazaba. De ahí nace “Jill la Destripadora”
Colin Wilson, autor de una novela de Jack el Destripador, afirma que el general Booth, fundador del Ejército de Salvación, sospechó que su propio secretario fuese el asesino, ya que el desdichado soñaba con los crímenes antes de ser cometidos.
Pero a pesar de todas estas teorías, había algo que todos tenían en común: los crímenes sólo podían ser productos de un ser de la más baja clase. Naturalmente, ningún hombre educado y de buenos antecedentes familiares, podía tener tratos con tan repugnantes prostitutas y mucho menos matarlas. Por esta regla, el asesino debía de ser origen extranjero, no inglés.
Esta teoría, también está apoyada por los conocimientos anatómicos que muestra el asesino. Esto hace que mucho de los periódicos afirmen que sólo los extranjeros que trabajen en carnicerías, pueden tener estos conocimientos.
En estas primeras páginas, Tom Cullen hace una ligera ambientación de lo que era Londres en 1888. Nombrando por ejemplo, como próximamente Guillermo II nieto de la reina Victoria ascendía al trono en Alemania o como en Whitechapel llegaban inmigrantes rusos, polacos, y alemanes.
Pocas líneas después, insinúa el miedo de los londinenses, los cuales no salían de casa después de anochecer, a no ser que acudiesen al Liceo, donde Richard Mansfield inauguraba en agosto su obra “El doctor Jekyll y Mr. Hyde”
Tom Cullen afirma en su libro, que se cometieron cinco asesinatos en un periodo de diez semanas, desde el 31 de agosto al 9 de Noviembre de 1888, teniendo lugar en una zona que abarca cuatrocientos metros cuadrados. Todas las víctimas habían sido, aparentemente, atacadas por la espalda y tenían las gargantas seccionadas. Excepto en un caso, se intentó mutilar los cuerpos, aunque no había evidencia de violencia sexual. En dos de los asesinatos, fueron quitados de las víctimas diversos órganos. Los asesinatos se caracterizan por un creciente salvajismo, hasta llegar al doble evento del 30 de septiembre, y culminando con una orgía de sangre en el asesinato de Mary Kelly el 9 de Noviembre, tras eso, los crímenes se habían detenido con la misma brusquedad con la que empezaron. Otra característica es que ocurrieron en plena calle, en oscuros callejones del East End. La última similitud, puede ser que los asesinatos es que tuvieron lugar en el primer fin de semana del mes, o en el último, desde la medianoche a las cinco de la madrugada, lo cual hizo sugerir al doctor L. Forbes Winslow la teoría lunar, ya que según él, lo crímenes se cometieron cuando había salido la Luna o cuando había entrado en su último cuarto.
También es sorprendente la gran semejanza entre las cinco
mujeres ya que tenían algunos hechos comunes en su vida, como por ejemplo que todas habían estado alguna vez casadas, y eran viudas o estaban separadas del marido, con niños abandonados en granjas de parientes acomodados o en orfanatos. En el momento del crimen, una de las víctimas estaba en estado de gestación.
Todas eran alcohólicas empedernidas, y al menos, padecían la enfermedad de Bright. Dormían en albergues de cuatro peniques en la cama de
Spitalfields, si no, dormían en los parques o las escalinatas de la iglesia de Cristo en el mismo barrio.
Más adelante, el autor expone a los primeros sospechosos de ser Jack.
Algunos han proclamado que los asesinatos de Jack fueron cometidos por homicidas convictos y ejecutados por otros crímenes, particularmente el doctor Thomas Neil Cream, el envenenador, que afirmó una vez en el cadalso “Yo soy Jack el…” el fallo de esta teoría es que Cream estaba cumpliendo una condena en una penitenciaría de Estados Unidos en la época de los crímenes de Whitechapel)
Otra teoría, es la del “asesino invisible”, por ejemplo un policía sería un ser invisible, ya que su presencia cerca o en lugar del crimen resultaría tan obvia que eliminaría total sospecha. Así nació “Jack el Poli”.
También un cura o pastor protestante serían invisibles.
Conan Doyle están entre los que dicen que Jack era mujer, y si no, se disfrazaba. De ahí nace “Jill la Destripadora”
Colin Wilson, autor de una novela de Jack el Destripador, afirma que el general Booth, fundador del Ejército de Salvación, sospechó que su propio secretario fuese el asesino, ya que el desdichado soñaba con los crímenes antes de ser cometidos.
Pero a pesar de todas estas teorías, había algo que todos tenían en común: los crímenes sólo podían ser productos de un ser de la más baja clase. Naturalmente, ningún hombre educado y de buenos antecedentes familiares, podía tener tratos con tan repugnantes prostitutas y mucho menos matarlas. Por esta regla, el asesino debía de ser origen extranjero, no inglés.
Esta teoría, también está apoyada por los conocimientos anatómicos que muestra el asesino. Esto hace que mucho de los periódicos afirmen que sólo los extranjeros que trabajen en carnicerías, pueden tener estos conocimientos.